POLEANDO Y SANANDO

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Pensé mucho en este día, un año para ser exacto, pensé en escribirte tantas cosas, pensé en escribirte que no existen palabras para expresar lo mucho que te extraño, pensé en intentar explicarte que aún estoy acostumbrándome a tener que mirar al cielo cuando quiero hablar contigo, pero también pensé 🤔... la realidad es que mi hombre a duras penas veía lo que publicaba y ahora sabe lo que pienso 24/7. 

Lo que escribimos en redes es más para nosotros que para los que ya no están y no sé si es porque el universo me dejo ese último gran regalo de poder despedirme de ti con un beso y un te amo, lo que me hizo reflexionar que realmente no necesitaba dedicarte esta entrada, tal vez esa es la razón por la que no encontraba las palabras para ti, porque te dije todo, solo me hizo falta tiempo para decírtelo aún más y eso me hace recordar la última línea de un poema que tantas veces te recite y nunca te aprendiste "¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!".

Descubrí que esta entrada debía estar dedicada a quienes durante este año han estado conmigo, en cada lágrima, en cada sonrisa y en cada paso de este camino lleno de sensaciones nuevas. A esos alumnos que se volvieron amigos, a esos amigos que se volvieron familia y a esa familia que se unió para seguir caminando, a esa cuñada que se volvió una hermana y a esa hermana que ninguna acción es suficiente para agradecerle su apoyo incondicional.

Y esto me lleva al tema de este blog:

El pole como instrumento de sanación.

Tengo unas sentidas palabras para ese ente silencioso (porque es tanto un lugar como un deporte) que aunque no es protagonista, es un personaje recurrente en muchas de nuestras historias. 

Siempre les he contado que la razón más común de ingresos a clases de pole es un corazón roto, en cualquiera de sus niveles, ya sea para sanar una pérdida (porque toda despedida tiene un duelo) o porque gracias a esa pérdida nos atrevemos a hacer algo que estuvo rondando nuestra cabeza, pero en secreto siempre pensamos que no era para nosotros. Cuando generas un vínculo con el pole te das cuenta que va más allá, no solo son las clases o el deporte, es crear un lugar seguro para sanar.  Me hizo pensar en mi propia historia y en cómo el pole ha marcado cada aspecto de mi vida, desde darme la posibilidad de trabajar en algo que amo, hasta multiplicar la cantidad de gente maravillosa que encuentro en mi camino.

¡Gracias por todo PoleRockers!